Si para los 2 primeros monólogos usé la Avenida de la Diagonal y el Paseo de St. Joan para aprenderme el texto, para este tercero he escogido la Avenida de les Corts. Ya os comenté que soy incapaz de aprenderme los textos como si fuese una lección de Historia. Memorizar mis monólogos me requiere el extraño protocolo de ir caminando despacito por la calle con los folios en una mano, un boli en la otra mientras los recito por lo bajines. Es de esta manera como improviso las mejoras o caigo en la cuenta que hay una manera más coloquial de decir algo que tengo escrito. En fin, todo un arte.