Si algo ya sabía antes de instalar en BCN una segunda base de operaciones es que mi estancia no iba a ser un camino de rosas. Comparto piso con tres chavales de los que dos están de vacaciones y apenas he visto. Y parece ser que hay buen rollo en cuanto a limpieza y reparto de tareas. Bien. El primer problema lo he tenido con el colchón. Tengo una cama de 180 cm x 80 cm (¿alguien sabía que existían?), donde el somier, de muelles, está tan hecho polvo que han puesto una madera como soporte para evitar que desmorone del todo. Pero lo peor es el colchón, que no es sino una colchoneta de campamento. Y claro, dado que en Septiembre el dueño pensará si renueva el piso a uno de los actuales inquilinos, resulta tonto gastarse mucha pasta en la habitación cuando igual en pocos meses nos vamos todos a la calle. Así que esta tarde he ido a una tienda de segunda mano y por sólo 30 euros me he traído un colchón. Usado, de muelles, pero infinitamente mejor que la mierda que tenía. Obviamente, por 30 euros (y por la "dudosa" procedencia de los enseres), esta gente no te da ni factura ni te lo lleva a casa. Así que me las he visto y deseado para ir por Barcelona lloviendo a raudales cargando con el colchón. Pero he llegado!! 🙂 El siguiente capítulo será conseguir una mesa de trabajo para la habitación.