El sábado pasado, Robert, un estudiante de tercero de periodismo de la Universidad Autònoma de Barcelona fue a ver mi monólogo cinéfilo para después enviarme unas preguntas por e-mail para un trabajo. Dado que por la temática de este show mucha gente me pregunta cosas similares, he decidido publicar algunas de las suyas:
Tu monólogo es el primero de España dedicado en exclusiva al cine. ¿Cómo se te ocurrió que las películas podían ser un buen cajón de elementos humorísticos?
El humor tiene un gran pilar basado en componentes identificativos. La mayoría de cómicos suelen usar la guerra de sexos como materia prima para conseguir esta “comunión” con el público pero hay otros temas para vincularles emocionalmente con un monólogo. Uno de ellos es el cine. Seguro que con los amigos con los que has comentado qué buena está Elsa Pataki también has comentado un montón de películas ¿Verdad?
En el monólogo se parecían alternar momentos de parodia y de crítica hacia el cine con momentos de profundo respeto. ¿Consideras el espectáculo como un homenaje al cine o más bien como una crítica mordaz?
Ni lo uno ni lo otro. Aprovecho, como te digo, el componente identificativo. Que todo el mundo haya visto (más o menos) esas películas para hacer chistes sobre ellas.
¿Has visto todas las películas de las que hablas en el monólogo?
Todas. De hecho, he visto otras ciento y pico más para el caso que no me han dado mucho pie (por ahora) para sacarles jugo.
En el espectáculo además del monólogo interpretas a bastantes personajes: la niña del exorcista, el típico niño que toda película de miedo debe tener, Robocop, la duquesa de Alba, Frankenstein, un drogadicto… ¿Te consideras actor? ¿Qué parte de actor crees que debe tener todo monologuista?
Yo sólo puedo hablar de mi caso puesto que soy autodidacta. Me gusta incorporar la teatralidad al espectáculo. Considero que estar todo el rato de pie tras un micro y con el mismo tono de voz puede resultar cansino. El público disfruta más ante el dinamismo visual: ahora estoy sentado, ahora me levanto, ahora pongo una voz, ahora correteo por el escenario…
A lo largo del espectáculo, relacionas los argumentos y los personajes de las películas con hechos más cotidianos y con personajes de la vida pública actual. ¿Crees que esta conexión es lo que más puede acercar al público en general tanto el humor de tu monólogo como el cine en general?
Sí, es una manera de conseguir el componente identificativo. Planteas una situación de la película y la resuelves aplicando el sentido común, un hecho cotidiano o trayendo a colación a un personaje famoso que, por sus características, viene al caso. Nunca abandonas el tema del cine pero consigues así la gente se siente más cercana a lo que cuentas.
En el monólogo también haces referencia a los tópicos del género tanto de terror como de ficción. ¿A qué se debe la falta de originalidad de estos géneros? ¿Cómo la has aprovechado para construir tu monólogo?
La causa de la falta de originalidad es que los estudios cinematográficos apenas se arriesgan y apuestan sobre lo mismo. Es decir, copiar una y otra vez aquello que ha tenido éxito. Siempre tendremos protagonistas guapos, los malos serán feos, las bombas siempre serán desactivadas en los últimos segundos y acabaremos con final feliz que nos haga sentir emocionalmente satisfechos.
¿Te asaltan los chistes y las bromas cada vez que ves alguna película?
Lo que hago es fijarme en las escenas más famosas que puedan dar pie a una resolución cómica. Anoto la escena, los diálogos y luego me pienso el chiste.
¿Crees que se puede hacer humor de todo?
Como decía Woody Allen en “Días de Radio” la comedia es tragedia + tiempo. Y lo que ocurre es que, a veces, no puedes hacer humor de algo porque todavía no ha pasado suficiente tiempo para dejar atrás esa tragedia. Mauro Entrialgo ponía hace poco un buen ejemplo con los cristianos y los judíos. Decía que hoy día es sencillo hacer bromas con la masacre de los cristianos en los circos romanos pero ¿a que no resulta tan fácil reirse del genocidio judío? ¿Por qué? Porque no ha pasado aún suficiente tiempo. Ya vas a ver cómo dentro de 100 años harán chistes hasta del 11-M.
En tu página web escribías que estás trabajando para mejorar el texto. ¿En qué te basas para realizar estos cambios?
En la respuesta del público ante los chistes. Si veo que esa tarde tengo un público receptivo, animado y en un gag no se rien, es que ese chiste hay que quitarlo y poner otro.
¿Crees que el texto puede llegar a ser definitivo algún día?
Claro, lo cual no debe ser entendido como que va a gustar a todo el público. Eso es imposible. En el otro monólogo que tengo (“Chicas, Risketos y apuntes pasados a limpio”) apenas he tocado el texto en varios meses. Lo que no puedes es obsesionarte con el texto perfecto porque no existe. Y no existe porque el público (y por extensión, las personas) tampoco somos perfectos.
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