Actuaciones como las de hoy son las que, sin duda, a uno le curten como artista. No más de 20 personas y, en todo el show, sólo un aplauso (dos con el de despedida). Ha sido la noche más fría desde que estoy en el Teatreneu; una hora y veinte gélida, con un público prácticamente mudo y donde, una vez más, uno se pregunta (y van ya…) para qué viene esta gente a un espectáculo de humor si sus ganas por disfrutar las dejan en casa. En tardes como las de hoy, uno se siente como Andy Kaufman (Jim Carrey) al principio de la estupenda "Man on the moon", en esos clubs nocturnos donde el silencio del público no presagiaba nada bueno.Pero no he sido sólo yo quien ha sufrido este bajón de público. Hoy, la función de “Zapping” que, habitualmente, congrega a 300 personas, “sólo” tenía 60. Y digo “sólo” porque me daría con un canto en los dientes si casa noche tuviese al menos esa gente. Afortunadamente, ya no me pongo nervioso por el escaso público. Sí, obviamente, a uno se le quitan las ganas de entregarse a fondo pero, como siempre he dicho, no dejan de ser tablas. Ya vendrán tiempos mejores.