Siempre he tenido pasión por el helado de chocolate. De chaval, para mí no había nada tan placentero como llenarme un bol hasta arriba y comérmelo mientras leía un comic. Pero claro, empezó a pasarme factura en forma de kilos y decidí cortar de raíz. De hecho, llevo años sin comprar para no verlo en el congelador y engancharme. Pues bien, mi compañero de piso lleva unas semanas trabajando en Frigo, y al chaval le regalan helados que, generosamente, comparte con nosotros. Lo que pasa es que trae tanta cantidad que ya no nos caben en el congelador. Y claro, eso hay que comérselo. ¡No los vamos a tirar! Mi madre decía que la comida jamás se tira viendo la cantidad de niños del tercer mundo muriéndose de hambre. Así que nada, por ser solidario esta tarde me he cepillado 2 boles hasta arriba de Côte D´or y 2 Twister. Lo bueno de estas sobredosis es que se me quita el hambre, no ceno, y eso que ahorro. Viva la solidaridad.