Buscando ampliar los canales de distribución para mis espectáculos, la semana pasada me interesé por la manera de trabajar de Promoentrada y ServiCaixa.

Los primeros me dijeron que solo trabajaban con salas de un mínimo aforo y que por ello el Café Teatro Llantiol se les quedaba pequeño. Concentrar la fuerza de ventas únicamente en salas de cierta amplitud no me pareció mala política si la empresa no cuenta con demasiados recursos. Más vale pocos clientes y bien atendidos que muchos y mal.

ServiCaixa, en cambio, me pidió datos sobre los espectáculos y se comprometió a realizarme una propuesta. Una propuesta que tras 2 semanas de espera -síntoma inequívoco de su interés- resultó ser auténticamente para flipar. En primer lugar, me dicen que debería pagarles 1.000 euros por cada espectáculo que quisiera promocionar a través de su red y que, además, me vería obligado a trabajar sólo con ellos como único canal de distribución.

Evidentemente buscaban que les dijese que no. Eso o que a estas alturas aún no saben que en el mundo de los negocios la exclusividad se paga, no se cobra. Pese a ello, quise meter el dedo en la llaga preguntándoles que dado que exigen exclusividad, qué hacen pues teatros como el Capitol, Apolo, Teatreneu… anunciándose también, por ejemplo, en la web de Atrápalo. Textualmente me responden “estos que usted me indica, hace muchos años que trabajan con nosotros, y ha sido algo muy puntual”. Tan puntual como que por mi experiencia en el Teatreneu sé que llevan toda la vida haciéndolo y sin exigirles los 1.000 euros por cada espectáculo que estrenan.

Y yo me pregunto ¿Tanto les costaba ser sinceros como lo hicieron los de Promoentrada y evitar así quedar, como han quedado, de cutre mentirosos?