Está visto que tras Semana Santa la gente no tiene un chavo… o pocas ganas de ocio. Al menos, las 19 personas de la semana pasada fueron al teatro con ganas de reírse. Las 17 de hoy, no. O al menos, no lo han sabido demostrar. Una chica del público me contaba al terminar que cuando se es poca gente, da corte aplaudir. Algo que, bien mirado, quizás también podría ser extensible a las carcajadas. El caso es que uno acaba algo “plof” con jornadas así y toda la euforia de pasadas tardes teatrales mágicas desaparece. No obstante, para bien o para mal, uno ya va estando curtido en momentos de bajones profesionales y cada vez se hace más llevadero. Más aún cuando pienso que el próximo martes hará un año que estuve muy cerquita de palmar. Y como comprenderéis, cuando uno ha estado 3 días en la UVI inconsciente y se despierta con la manos atadas a la cama, algo como que el público no se ría un par de noches no le produce demasiado quebraderos de cabeza.