Pues sí, así es. Ayer mientras despedía al público al abandonar de la sala, vi cómo salían dos niñas cogiditas de la mano. Estupefacto, miro quién viene detrás y veo a dos madres. Y pese a que las últimas responsables de meter a sus hijas allí eran ellas, supuse que nadie me libraría de una bronca por lo que las crías habían tenido que escuchar. ¡Pero no! Las madres me dijeron que no me preocupase, que en la tele dicen cosas peores, que tampoco había sido para tanto y que las niñas se habían reído mucho. La cosa está clara. Debo proponer al Teatreneu contar también los Risketos en horario infantil para que los más pequeños de la casa pasen un buen rato escuchándome hablar sobre consoladores, bolas chinas y comidas más interesantes que las que prepara mamá.