autografos

Ayer me di cuenta que los móviles, aparte de exterminar al reloj de muñeca y las cámaras de foto convencionales, también han acabado con los autógrafos.

Sí, los autógrafos han muerto. Pudiendo ahora el público hacerse un selfie con el artista, nadie pide ya un autógrafo. Y creo que es una lástima, porque a mí de chaval me hacía una terrible ilusión conseguir aquel trocito de papel con el nombre y unas palabras dedicadas del famoso de turno.

Un pequeño tesoro que mirabas, remirabas, exhibías con chulería ante tus amigos y sabías que ibas a guardar siempre.

En mi caso, recuerdo la mucha ilusión que me hizo con 17 años recibir en casa el autógrafo de Millán Salcedo. Había leído su recién estrenado libro Sufro Bucho” (Ediciones El Papagayo) y al final del mismo invitaba a los lectores a enviarle opiniones a la editorial.

Recuerdo que le escribí tres caras de folio a ordenador comentándole un montón de cosas sobre el libro, sus actuaciones con “Martes y 13” y alguna que otra frikada mía.

Sí, tres caras de folio. Supongo que al leerlo debió flipar y dudo mucho que se leyese todo ese tostón pero a los pocos días recibí en mi casa una postal promocional con su foto y la de Josema Yuste. Y no solo eso, en el dorso había unas palabras manuscritas de agradecimiento.

Me pareció un detalle muy bonito y en 1991 me hizo sentir todo un privilegiado.  ?