Ayer fui a ver Millennium 3 y, tal como me aventuré cuando comenté la segunda parte, esta película ha resultado mucho más fácilmente adaptable que las otras dos. Y cuando digo “fácilmente adaptable” no me refiero a que sea fidedigna con la trama literaria, sino a que deja muy de lado el galimatías en el que nos sumergio Stieg Larsson sobre el entramado de la Säpo en su tercera novela. Pese a ello, la retahíla de nombres de personajes secundarios que salen debido a ello es considerable y si hace tiempo que el espectador leyó el libro, seguir bien la peli resulta farragoso en algunos instantes. La peli tiene su punto áligo, al igual que en la novela, en la parte del juicio, con esa Salander vestida con look impagable contestando al fiscal de manera endiabladamente aguda. En cambio, el punto flojo se lo he visto al final. Concretamente en lo excesivamente breve que fue el nuevo enfrentamiento de Lisbeth con Niedermann en la fábrica. En la novela, Larsson deja para el final toda la acción de la que su tercer libro adolece en sus casi 900 páginas pero en la película lo relegan casi a algo anecdótico. Con esta saga no acaba la moda Millennium ni mucho menos. Ahora queda la serie para TV de la que desconozco detalles pero con la que, casi seguro, mucho me temo que tendremos Lisbeth Salander para rato.