Sabor agridulce el que me dejó la ecografía escénica que llevé acabo este sábado.

Por un lado, me encontré que funcionaron muchos de los chistes (los cimientos del Llantiol temblaron de hecho con la respuesta del público ante algunos). Sin embargo, vi que el espectáculo necesita un hilo argumental más claro y la representación no resultó tan larga como esperaba (había calculado unas 2 horas y fueron 95 minutos).

Toca pues trabajar y en dotar al monólogo de un estilo propio y diferenciado del resto de mis shows. Dicho de otra manera, ofrecer algo novedoso al espectador que le permita al espectador diferenciar radicalmente este monólogo de los demás que tengo. ¿Cómo? Ahí está el quid de la cuestión. Lo bueno es que creo tener una idea bastante chula para desarrollar que consiga este objetivo. Desde mañana lunes me pondré a trabajar en ella.