Me encantan las funciones como la hoy a las 19:00 h donde al público le cuesta reírse pero disfruta. Espectadores que no tienen ninguna intención de aplaudirme pero que tampoco se perderían por nada del mundo el siguiente chiste.
Siluetas difusas frente a mis ojos que observan, analizan y consumen cada una de mis palabras casi en silencio, como retándome con su pasividad a ver si soy capaz de venderles con la misma ilusión el próximo chiste y el siguiente, y el otro… hasta que el show termina.
Es entonces cuando me dan un aplauso contundente, no muy largo pero terriblemente sincero mostrándome por fin que les he gustado y he superado su examen con nota. Es ahí cuando un servidor respira, se relaja, olvida el poco dinero que ha dejado la taquilla y se congratula y felicita por los corazones conquistados
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