Desaparecida desde hace varias semanas, volvió ayer. Acostumbrado a sus breves salidas, jamás había estado tanto tiempo sin dar señales por lo que le he pedido que no lo haga más, que no vuelva a abandonarme y que mi vida solo tiene sentido junto a con ella. Ruegos y súplicas que se repiten cada vez que regresa pero que jamás escucha ni atiende porque ella es así.

Colocado de nuevo frente al portátil, mi enojo y frustración se desvanecen cuando siento que se acerca y me acaricia. Le ruego que no me deje ahora, que el nuevo espectáculo va con retraso y la necesito. Me hace shhhh, apoya sus manos en las mías y de la pantalla salen unas líneas que harán temblar al Llantiol de las carcajadas. Es entonces cuando sonrío, vuelvo a sentirme aliviado y reconozco que, pese a lo mucho que me haga sufrir, ninguna espera será demasiado dolorosa si cuando regresa la Musa, lo hace así.