Este sábado actué en una despedida de solteras mixta (y lo pongo en femenino porque eran más chicas que chicos). Apenas 15 personas, pero muy majas y con ganas de pasarlo bien. Parece que estos son los meses propicios para este tipo de celebraciones y, también, lo que quizás pudiera retenerme en Barcelona durante Julio si empiezan a proponérmelas masivamente. Si no, tengo intención de pasar Julio y Agosto en Valladolid para reponer las pilas, escribir material nuevo y, de paso, arreglar lo de la mudanza pucelana.En cuanto al Teatreneu, ayer tuve 16 personas y hoy 10. Pero ambos días con gente agradecida y buen humor. O eso me parecieron, dado que lo que luego me ponen en atrapalo.com es para darles de comer aparte. La anécdota vino ayer, donde lo pasé realmente mal al venirme un ataque de tos. Nunca tengo agua en el escenario porque puedo aguantar 90 minutos rajando sin problemas. Pero con “esto” no contaba. Y claro, tuve que ausentarme durante unos segundos, a lo que el público respondió con un aplauso mientras yo me metía tras las cortinas de la barra a toda mecha en busca de agua. Lo malo es que allí atrás no había nadie y no tenía ni idea donde guardaban los botellines. Vi un culín de uno ya empezado y lo finiquité de un trago. No fue suficiente y tuve que volver a excusarme pocos minutos al ver que no podía articular más de tres frases sin notarme los ojos llorosos. Nuevo aplauso y, esta vez sí, encontré una camarera que me sirvió un botellín. Pese a ello lo pasé fatal para terminar el show. Sobre todo porque notas que la gente está más pendiente del mal momento que estás pasando que de lo que les cuentas. Aún así, me quedo con el escaso (pero encantador) público de este fin de semana que con el medio lleno de sala (pero amargado) de otros días.