Una actuación como deberían ser todas: todos los gastos pagados, buen caché, excelente trato, suculenta cena… Fui a IFEMA de la mano de Xacobe Sanz, quien me propuso a la organización porque -como me confesó luego- le gustaron mis dvd´s. Un gallego de lo más apañado y que me consiguió además un hotel de tres estrellas para dormir ayer; el 4C en c/ Bravo Murillo que, además, estrené pues abría sus puertas precisamente ayer.

La espera hasta el show se hizo algo angustiosa. Lo de menos era que al final decidiesen que saliera durante los postres, sino el modo en que estaban dispuestas las mesas.

Para las ubicadas a los flancos del escenarios la visibilidad era casi nula y nos temíamos que la gente que no pudiera ver, se pusiera a hablar y se formase un murmullo contagioso.

Para evitar esto anduve probando sonido tanto arriba del escenario como a ras de suelo frente a él, pero dado que aún así había invitados que no podrían verme, decidimos hacerlo arriba como estaba previsto. Y si algo tengo que destacar es la organización. Todo facilidades. Dos técnicos de sonido que me dejaron el sonido clavado, nos invitaron a cenar y Gema (la encargada de supervisar el evento) me dijo que si tenía que cortar a los 10 minutos porque nadie hacía ni caso, que no me preocupase.

Al final tuvieron el buen criterio de pedirme comenzar una vez servidos los cafés y sin camareros de por medio distrayendo.

Xacobe amablemente se ofreció a presentarme y lo hizo de una manera que hubiera puesto los dientes largos al mismo Buenafuente. Salí por ello con el público dispuestísimo a escuchar y enganché enseguida con ellos en un show bastante “femenino” por los temas a tratar pero con el que disfrutó la gran mayoría.

Sin embargo, lo mejor de todo es la actual sensación que tengo ahora por saber que tengo material para contentar tanto a un público joven (y ávido de salvajadas) como a un sector empresarial y conservador.