Han sido varios años siguiendo la que la crítica especializada ha proclamado como “la mejor serie de televisión de la historia” y, de las que yo he seguido, confieso que ha sido mi favorita. Esta semana he visto su último capítulo autistándome desde que acabó en USA de cualquier información sobre su desenlace. Únicamente había escuchado que el final era sorprendente. Y bueno, tengo que decir que sí, que lo ha sido. A su manera, eso sí. “Los Soprano” es una serie en la que debería ser imperativo verla en versión original subtitulada. Yo me fui comprando las temporadas en DVD´s según salían porque todo cambia viéndolo con las voces originales; ese inglés italiano barrio-bajero de Tony, la voz de mala hostia de Tío Junior, el ceceo de Pauline, … Puse por curiosidad una vez las voces en castellano y me encontré a la –esta vez auténtica- mafia de dobladores de toda la vida. Y no sólo eso, también una censura del copón. Recuerdo a Tony en la consulta de la Dra. Melphi gritando “Jesus fucking Christ!!” y lo tradujeron como “Lo que dice es inconcebible”. Sin mi dosis de “Los Soprano” anual todo va a ser un poco distinto para mí. Espero encontrar alguna otra serie cuya calidad no mengüe con las temporadas y termine con las ganas de que saquen cuanto antes la siguiente. Sí, han dejado el listón demasiado alto y sé que no voy a ser el único en echar de menos a esta familia de hijos de puta.